Dicen que existe un ser quejoso, pequeño y refunfuñón, que vive en un escondite del alma. Su aparición malhumorada se acerca desde algún rincón del bosque. Trae consigo una carretilla con seis bártulos inútiles. Trabaja y sus tareas le disgustan. Espera. Y en su solitario deambular, casi como en un ensueño, un árbol, guiará sus pasos hacia un destino revelador.