En un fracasado loteo de los años 50, Caín y su hermano Abel en una versión conurbana del mito bíblico: la dialéctica histórica entre el sedentario y el nómade. Entre un Caín quintero, productor de reputados pimientos y un Abel vagabundo, que fuera de toda cadena de producción sobrevive vendiendo isoca, carnada viva, a los pescadores de la zona. Dos hermanos siempre en pelea que comparten un mismo terreno dividido al medio, al que nunca podrán convertir en morada común.
La misteriosa aparición de Tatita, el abuelo folclorista que los abandonara años atrás en ese edén, completará los pasos del relato bíblico: el del primer asesinato, el del triunfo del hacer sobre el ser, del propietario sobre el desposeído. El de la condena.
