Esto es una carta de despedida. Juan Pablo y Melina se separan. O más bien, suceden cosas mientras se separan. La separación se pone en segundo plano para dialogar con su casa, con ellos mismos, con la muerte, con la distancia, con la imposibilidad de una separación. Una separación sin trauma, sin conflicto, sin posibilidad de escalar más allá de la separación misma. Sus recuerdos, sus libros, sus plantas, su hogar y en el medio ellos, en un universo donde lo privado, aquello que es íntimo queda tan expuesto que pierde sentido. ¿A dónde ir cuando se pierde un hogar? ¿Cómo abordar algo sin tiempo? ¿Cómo dejar de abordarlo cuando todo sucede de golpe? Qué hacer con el tiempo y con el espacio, más que ocuparlos. Y la metamorfosis como la única posibilidad de cambio. No existen los recortes, sino simples desgastes que cambian la esencia. Como en la alquimia, nada más que en vez de elementos, estas son personas.